jueves, 26 de febrero de 2009

El mar también tiene fin. Cap. 2+3

CAPÍTULO 2:

5.30 am, suena el despertador.

Me levanto, hago un rápido desayuno, me ducho, me seco el pelo, preparo mi ropa y me arreglo y visto. Cojo las cosas necesárias para pasar uno de los días más importantes de mi vida, el día que hizo que mi vida diera un giro de 380 grados, el día de empezar a cumplir un sueño que llevaba demasiado tiempo retrasándose.

Cogí el primer taxi que ví e indiqué al conductor la dirección. De camino a mi destino me fijé en la gente que paseaba por la calle. Me dí cuenta que cada vez que veía a un hombre con sombrero venía a mi cabeza la imagen del propietario del anillo que descansaba en mi mesilla de noche. “BASTA!” pensé, “Sal de mi cabeza!”.

Al llegar al edificio donde se realizaba el cásting me bajé del taxi y pagué al conductor. Era un edificio enorme, con grandes ventanales y unas escaleras que parecía que pudieras llegar al cielo con ellas. Había un hombre en la puerta vestido de negro y le pregunté a qué piso tenía que ir. Él, amablemente, me lo indicó e incluso me acompañó hasta la puerta del cásting.

Al abrir la puerta una fuerte luz me hizo cerrar los ojos rápidamente y, cuando por fín pude abrirlos, ví un escenario increíble que creo que nunca voy a poder olvidar. Habían reproducido un parque con cerezos increíblemente hermosos en una sola sala. Parecía que estubierámos en primavera en medio de una parque real. Grándes árboles de color rosado se alzaban hasta el cielo para dejar caer bellas lágrimas que cubrían todo el suelo, hacíendo de él un gran río de color rosa.

Una mujer se acercó a mí y me comentó que debía acompañarla para entrar en una sala donde me hicieron unas cuantas preguntas y me hicieron interpretar un trozo de la obra de Shakespeare, Romeo y Julieta. Al acabar uno de los hombres que me hicieron la entrevista se levantó y con los ojos llenos de pasión empezó a aplaudir sin cesar. “Éso es lo que necesitamos”, dijo “Es una chica completamente normal, no es fea ni tiene una gran belleza, pero con sus ojos, sus movimientos, sus expresiones, con todo, es capaz de transmitir lo que muchas no consiguen. La quiero!”. Los otros hombres no parecían tan animados pero aceptaron la propuesta de ese señor.

El señor, que por cierto se llamaba Sr. Yamato, me condujo hasta un camerino y les dijo a un grupo de gente que me prepararan para lo que ellos ya sabían. En ese momento estaba asustada, no sabía dónde me había metido ni lo que iban a hacer conmigo. Un hombre me puso en un reposacabezas y me empezó a lavar el pelo. Con sus agradables masajes y el ruído del agua me dormí.

Al despertar me encontré en un a especie de sillón que parecía un trono de algún rey. Ví que estaba en medio de ese río de flores y de esos árboles artificiales. Al mirar enfrente me percaté de que unas 20 cámaras, y no exajero, estaban filmandome. El Sr. Yamato gritó “Bravo!”, vino hacía mí y me dijo:

- Has quedado hermosa. Te hemos grabado mientras dormías, espero que no te moleste, pero esque he pensado que quedaría genial para ponerlo en el PV.

- El PV?! Perdón por mi ignoráncia pero apenas sé que es lo que estoy haciendo aquí y lo que se supone que he de hacer.

- Tu tranquila, solo tienes que estar aquí sentada. Pronto vendrán los verdaderos protagonistas de todo este follón y te lo contaré todo.

Yo estaba confusa, pero no pude hacer otra cosa que esperar.


CAPÍTULO 3:

Pasó una hora y aún no vino nadie, nerviosa me dirigí al Sr. Yamato y le pregunté cuándo empezaríamos. Él me guiñó el ojo y me dijo: “Ellos ya han llegado, estan acabando de arreglarlos y pronto saldrán por esa puerta”.

Justamente cuando acabó de decirme eso la puerta se abrió y salió un chico de una estatura normal con el pelo corto negro, perilla negra y una vestimenta un poco rara y radical. Al salir del camerino chilló: “ A trabajar! Hola buenos días, soy el famoso Tanaka Koki, Tanaka Koki!!!”, y se puso a dar brincos y a saludar a todo el mundo que tenía a su alrededor.

En ese momento me sentí un poco estúpida. Ni siquiera conocía quien era ese hombre y por qué hacía tal escándalo. Le siguieron dos hombres más, igual de altos, uno con una piel podría decir que de porcelana y unos rasgos muy agradables, cosa que le hacía parecer un poco afeminado. El otro hombre era bastante normal, aunque tenía pinta de ser un hombre muy agradable y divertido. Salió uno más, esta vez más alto que los otros y con una sonrisa de oreja a oreja. Saludó a todo el mundo y me dedico una gran sonrisa a la que yo respondí con otra no tan grande como la suya. Finalmente salieron dos hombres más con sombrero los dos, uno de color negro y otro de color lila. El del sombrero negro era el más corpulento de todos y no puedo describir mucho de él ya que apenas le veía la cara. El otro tenía una figura muy delgada y una forma de caminar muy elegante a mi parecer.

Pasaron varias horas y por fín acabamos de grabar. Se vé que eran cantantes, y que estaban grabando un videoclip en el cual yo aparecía en él. Tenían buenas voces, no lo negaré. No pude ver las caras de los dos hombres que llegaron los últimos de todos, pero al acabar de grabar el del sombrero negro se acerco a mí y entrecerrando los ojos y tosiendo un poco para aclarar su garganta me preguntó en un perfecto ingés:

- Do you speak English?

- Yes- respondí- Pero puedo hablar Japonés.

- ¿De dónde eres? Tienes unos rasgos muy exóticos.

- Soy española, de Barcelona concretamente.

- Vaya! Yo he viajado a Barcelona, me parece un sitio muy agradable y bonito para unas vacaciones. Es un sitio muy fiestero y eso me gusta…También tiene hermosas mujeres…Como tú.

Me dió asco. Odiaba a los hombres como él que se quieren llevar al huerto a la primera persona que ven. Una ola de rábia y nerviosismo pasó de mi estómago a mi garganta y no pude hacer otra cosa que expulsarla:

- Err…grácias. Aunque a mí las fiestas no me gustan nada. El ambiente, el alcohol, el humo y la humedad de los pubs me provocan arcadas, igual que los hombres salidos…Como tú.

Al acabar de decir la última palabra el hombre del sombrero lila se giró rápidamente y, con la mano cerrada en un puño se dirigió hasta mí gritando:

- ¿Qué has dicho? Acaso sabes con quién estas hablando? Parece mentira que te atrevas a decir todas estas gilipolleces sobre nosotros y encima….

Levantó la cabeza y al vernos nos quedamos mirando 5 segundos. 5 largos e intensos segundos. Era él, era el hombre que me encontré en Harajuku, era el hombre al que ayudé a recoger sus cosas del suelo, era el hombre que ni tan solo me dió las gracias por hacerlo, era el hombre que había estado buscando desde el día que nos encontramos.

- Tú…- Dijo sin apenas aliento.

- ¿Qué haces tú aquí?- Pregunté.

- ¿Cómo que qué hago yo aquí? ¿La pregunta sería qué haces tú aquí? ¿Quien ha tenido la genial idea de llevarte precisamente a tí a grabar con nosotros? Esto es una locura.

- Perdón pero si estoy aquí es simplemente porque he hecho bien mi trabajo y porque me lo merezco. Tú tranquilo que pronto me perderás de vista y espero que no nos volvamos a ver nunca más.

- Eso espero.

- Lo mismo digo.

El chico se fue con el otro chico del sombrero negro que pareció disfrutar de esa discusión y con los otros chicos que me miraron sorprendidos. “Tiene carácter…” Oí que decían mientras se alejaban.

El Sr. Yamato se acercó y me comentó, angustiado, que sentía todo lo que había pasado. Me pagarían por el trabajo a final de mes y me dijo que podía venir los días que yo quisiera preguntando siempre por el Sr. Yamato. Le agradecí toda la ayuda que me ofreció y salí del edificio.

Fui al bar de enfrente a tomar un té. No paraba de dar vueltas a todo lo que había sucedido durante esa tarde. Por fín había encontrado al chico y lo único que se me ocurrió fue discutir con él. “Estúpida” pensé. Tenía que volver a verlo y decirle que tenía su anillo y que yo no lo quería para nada, no discutir por tonterías con él. Si le devolvía el anillo podría olvidarme de él y seguir con mi rutina de cada día. Aunque debo admitir que toda esta rotura de los encajes de mi vida me estaba haciendo disfrutar un poco, por lo menos me sentía viva.

Oí el sonido de los cascabeles de la puerta del bar, y los pasos de una persona que se dirigía hasta donde yo estaba. Esa persona pasó de largo. Llevaba unos pantalones tejanos rotos y una camiseta de manga corta negra. Unas botas lilas de cuero y unas cuantas pulseras. El pelo lo tenía de color negro-claro y un poco despeinado, pero de una forma bonita. Se sentó unas mesas más adelante que yo y cuando se giró mi corazón se paró. “No pude ser!”

Me miró y aparté la mirada. Cuando mis ojos ya habían recorrido todos los bordes de la mesa volví a mirarlo y comprobé que me seguía mirando. Volví a apartar la mirada, nunca fui buena en ese juego. De repente oí el sonido de una silla y noté como alguien se sentaba justamente delante de mí, en mi mesa. Mis ojos estaban clavados en mi té y pude ver de reojo que la persona que se había sentado delante de mí dejó una taza de café muy caliente en la mesa. Sabía pefectamente quien era esa persona, pero no quería mirarla.

- Eh tú, no hace falta que ni siquiera me mires. – Dijo encendiendo un cigarro.

Dejó el mechero, el mismo mechero de ese día en Harajuku, al lado de su café y dió una calada al cigarro. Levanté la mirada y lo miré a los ojos. Aguenté la respiración y estubimos mirándonos bastante tiempo. Parecía como si el tiempo se hubiera parado alrededor nuestro. Cuando ya no podía aguantar más la respiración me dispuse a decir algo, pero él puso su dedo en mis labios hacíendome callar y me dijo:

- No digas nada, no necesito que me digas nada. Me gustaría que…bueno que…Argh! Que no tengas en cuenta lo de antes! No suelo ser tan grosero con la gente que me rodea pero esque tú….tú eres tan diferente a la gente que conozco que…Bueno que me has tratado diferente y…

- ¿Y cómo te he tratado yo?- Le corté-.

- Me has tratado como si fuera una persona…normal. Te has atrevido a discutir conmigo y ni siquiera arrepentirte por ello.

- ¿Y por qué debería hacerlo? Eres una persona totalmente normal.

- No lo soy. ¿Que no te has dado cuenta? Soy cantante joder! Soy un Idol! Eres más tonta de lo que pensaba, al final va a ser una pérdida de tiempo estar hablando contigo.

- Que seas cantante o que seas famoso o algo por el estilo no significa nada. Todas las personas somos iguales, normales, desde Brad Pitt hasta el hombre que va pidiendo limosna en la calle. Que tengas una posición en la sociedad no significa nada, que seas el sueño erótico de un grupo de niñas adolescentes con las hormonas revolucionadas no significa nada. Tú eres tú, y lo que somos solo lo sabe quien quiera que nos haya creado. No te creas importante por ser famoso ni nada por el estilo, los chicos como tú me dais asco.

Se quedo callado. Volvió a dar una calada al cigarro. Tomó un sorbo de café y apagó el cigarro. Todo lo hizo sin apartar su mirada de mí y yo, sorprendentemente, pude aguantar su mirada, un poco molesta por todo aquello, todo ese tiempo.

Se levantó rápidamente y sacó de su bolsillo un billete con el que pagó lo que habíamos tomado. Volvió y arrancando mi brazo de la mesa me hizo levantar y salir a la calle

- Hay algo que quiero enseñarte.- Dijo.

- ¿No has pensado que quizás no quiera seguirte?

- Lo harás.

Y tenía razón, en mi interior había un mar de excitación que nunca antes había sentido y que aún ahora hecho de menos.

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